¡Hola de nuevo, chicxs!
En este artículo os venimos a hablar de un tema bastante recurrente en la preparación de los viajes: ¿Cómo nos vamos a mover?. En esta ocasión, nos vamos hasta Roma!
Al tratarse de información que se encuentra fácilmente por internet, hemos intentado darle un enfoque un tanto distinto, de manera que podamos entender el por qué del caos que se forma en la ciudad.
Para hablar de Roma no solamente tenemos que hablar de los spaghetti all’ Amatriciana o de su patrimonio arquitectónico que la convierten en la Città Eterna. De hecho, una de sus principales peculiaridades se centra en la forma de moverse de los romanos.
Para ello, en este artículo hablaremos sobre nuestra experiencia y nuestra visión en lo que al transporte de la ciudad se refiere. Desde el punto de vista de la gestión del turismo, la movilidad y la accesibilidad en el espacio público es uno de los elementos a trabajar de cara a la mejora de la experiencia del usuario y a la sostenibilidad social y ambiental, puesto que se produce una superposición de usos de los medios de transporte entre los usuarios locales y los visitantes.
Índice
- De Fiumicino a Termini
- La movilidad en la ciudad
- Moverse andando, la mejor opcion
- Moverse en bicicleta por Roma
De Fiumicino a Termini
En nuestro caso teníamos el hotel reservado en el centro de Roma, por lo que nuestro objetivo se centró en llegar a la estación de Termini desde el aeropuerto de Fiumicino. Conseguimos identificar varios autobuses que hacían el recorrido, y que, además, ofrecían un billete de ida y vuelta. De las tres compañías que están presentes en el aeropuerto, dos estaban muy llenas así que no dudamos en coger la que no había nadie, a expensas de que fuera la peor. ¿A quién no le gustan los riesgos italianos? La compañía con la que fuimos fue Terravisión y para nuestra tranquilidad, no pasó nada raro. Si bien la web dice que el trayecto son 55 minutos, el nuestro finalmente duró una hora y media hasta la estación de Termini (el precio es de 9€ por persona, ida y vuelta).
La movilidad en la ciudad
Una vez llegamos a la estación de Termini, pudimos ver el Mercado Central (donde iríamos a comer en otro momento sí o sí) y recorrimos la galería hacia donde se encuentran los autobuses urbanos. El bus que nos iba mejor para dejarnos cerca del hotel era el H, y los billetes los compramos en una caseta que hay muy cerca de los autobuses. No tienen un inglés de Cambridge y parece que a la H la llaman ocho, pero todo bien. Los tickets de bus cuestan 1,50€ por persona (no busques un bono de 10 viajes, no existe) de forma que compramos 4, y así ya los teníamos por si los necesitábamos en un momento dado. ¡¡Por cierto, no aceptan tarjeta!!
Por todos es sabido que la movilidad y el funcionamiento del transporte público romano es simplemente infernal. Y si no os lo creéis no os preocupéis, lo sufriréis en vuestras propias carnes nada más pisar la ciudad.
Si bien es cierto que el modelo de movilidad romano responde al de una ciudad mediterránea, las opciones que ofrece no son suficientes para una ciudad con casi tres millones de habitantes y unos 16 millones de turistas al año. Esto conlleva que en el centro de la ciudad no sea muy común encontrarse a romanos paseando, puesto que no seduce a la población local. Si a ello le sumas que el acceso al centro, el modelo actual de gestión del transporte público y el estado del pavimento de las calles, tienes la receta perfecta para que los romanos prefieran utilizar el vehículo privado, con el que por supuesto, hacen lo que quieren. Lo mismo te pitan cuando estas cruzando un semáforo en verde y gritan su famoso “Vaffanc…”, que se inventan un tercer carril cuando hay dos. Y sino, que se lo digan a Raquel pasando las últimas pruebas para sacarse el título de carabinieri.



Moverse andando, la mejor opción
A partir de ahí, apenas utilizaríamos el transporte público, básicamente porque estuvimos andando todo el tiempo, no por el hecho de querer ahorrar cuatro duros, que también, si no para observar los típicos detalles romanos que no esperas encontrarte. Andar os permitirá ver la ciudad desde otro punto de vista, recorriendo plazas y callejuelas escondidas, descubriendo piezas de arte urbano y viendo la diversidad comercial de la ciudad. Y porqué no, caer en la tentación de comeros un buen helado en Giolitti junto con otros cientos de chinos.





Lo cierto es que, a pesar de que Roma es una ciudad muy turística y os encontrareis sí o sí con franceses, chinos y más españoles, si podéis prescindir de los transportes públicos aun sabiendo que perderéis algo más de tiempo, conseguiréis camuflaros entre la población local y ver una Roma un tanto diferente a la del Coliseo y las guías turísticas.
Así pues, y teniendo en cuenta que nosotros teníamos el hotel en Trastevere (sin duda una de las mejores zonas para alojaros) los principales desplazamientos iban a ser hasta:
1. Centro de la ciudad (15-20 minutos).
2. Ciudad del Vaticano (30’) y Piazza del Popolo (40’).
3. Coliseo y foros romanos (30‘).
4. Termas de Caracalla (40‘) y el Cementerio Protestante (20’ desde las Termas).
Una de las mejores calles para ir paseando sin ninguna duda es la Via del Corso, que conecta la Piazza del Popolo con la Piazza Venezia y que junto a la Via di Ripetta y la Via del Babuino forman un tridente que te permite acceder fácilmente a algunos de los principales puntos de interés del centro de la ciudad, tales como el Mausoleo de Augusto, Piazza Navona, el Panteón, la Fontana di Trevi o la Piazza di Spagna.


Moverse en bicicleta por Roma
En relación al transporte en bicicleta, no es costumbre encontrarte con ciclistas a causa del empedrado que hay en la mayor parte de la ciudad, que hace que te tiemblen hasta los dientes. No obstante, si estáis acostumbrados a ir en bicicleta por vuestras ciudades y os gustan los deportes de aventura y el riesgo, sin duda alguna podría ser una buena opción intentar moveros entre el tráfico romano.
Hay que tener en cuenta también que des de principios de 2010 el ayuntamiento empezó a desarrollar una fuerte política de movilidad urbana sostenible, aunque sin mucho éxito, las cosas como son. El carril bici es difícil de encontrar, excepto en algunos puntos de la ciudad y la ribera del río Tíber es el eje a partir del cual se puede ir tranquilamente para atravesar la ciudad de norte a sur y viceversa. Otro ejemplo a tener en cuenta lo encontramos en el camino, para llegar a las Termas de Caracalla. Partiendo de Trastevere hay un buen paseo de carril bici, primero por la ribera del río, y después pasando por el antiguo Circo Romano. En caso de querer visitar las termas puede ser una buena opción, puesto que os ahorraréis 40 minutos andando.
Como curiosidad cabe destacar que el último día de nuestra estancia en Roma, la ciudad despertó con multitud de bicicletas repartidas por plazas y calles. Uber había lanzado Jump, su sistema de bicicletas eléctricas con promociones en sus primeros viajes. No le auguramos un gran futuro por el patrón de movilidad de la ciudad (caos absoluto cual ciudad del sureste asiático).
Además, ahora en el contexto actual de la pandemia, el Ayuntamiento ha apostado por habilitar carriles laterales en algunas de las principales calles de la ciudad para facilitar el uso de bicicletas y patines. Se trata de una medida para descongestionar el transporte público y fomentar las distancias de seguridad. Quizás, quien sabe, gracias al coronavirus se acelera la modernización de la movilidad en las principales ciudades italianas y dentro de unos meses (o años) los romanos sustituyan las motos por las bicis.



Lo que nos llevamos de este viaje, más allá de un gran sabor de boca por la gastronomía y un montón de fotos del patrimonio cultural y arquitectónico de la ciudad (imposible verlo todo, mires donde mires hay un detalle que se te escapa), es el hecho de ver como tu propio patrimonio es un elemento que condiciona la puesta en marcha de políticas públicas en materia de movilidad y urbanismo. Eso es así a causa de que Roma está plagada de sorpresas en el subsuelo, lo que hace que en cualquier sitio que se quiera realizar algún tipo de obra para modernizar y adecuar el espacio público puedas descubrir restos de la antigua ciudad. Sin embargo, entendemos que hay infinidad de opciones de bajo impacto que se podrían implementar a través de un cambio de mentalidad.
Y vosotros, ¿habéis sufrido alguna experiencia similar en alguna otra ciudad del mundo?
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